Ana Garralón, publica en su blog ANATARAMBANA literatura infantil, un artículo sobre la edición independiente de cuentos infantiles en América Latina. En el siguiente link Alberto Thieroldt habla sobre el Perú.
http://anatarambana.blogspot.com.es/2015/02/mapa-de-la-edicion-independiente-de.html
miércoles, 4 de febrero de 2015
domingo, 4 de enero de 2015
Valicha y el Halcón sin nombre- Valicha and the nameless hawk
Este cuento se desarrolla en un apacible villorrio de la sierra peruana. Entre espigados y solemnes eucaliptos, vive y revolotea una hermosa y sagaz tórtola llamada Valicha. Muy cerca de allí, donde el silencio de la puna reina, vive un halcón, el halcón sin nombre. Valicha es tan bella que el halcón sin nombre se enamora perdidamente de ella, pero Valicha no está segura de este amor.
El halcón sin nombre se precipita en declarar su amor rompiendo las leyes de su naturaleza y entorno lo cual tendrá nefastas consecuencias…. Su amor es tan grande que persistirá en sus intentos y Valicha sabrá ponerlo a prueba. Pero a veces no nos sirve amar tanto e ir perdiendo nuestra propia naturaleza sin siquiera percibirlo….
In a peaceful village of the peruvian highlands, among tall and solemn eucalipt trees, lives a beautiful and clever turtledove called Valicha. Close from there, where the puna silence reigns, lives a hawk, the nameless hawk. Valicha is so beautiful that the nameless hawk falls head over heels in love with her, but she isn’t so sure. The nameless hawk then declares his love in a rush, and by doing so breaks all natural laws governing his surroundings wrecking havoc…His love is so big he’ll try again and again, and Valicha will know to test this. But sometimes, loving too much and unknowingly losing our true nature in the process becomes useless…
lunes, 23 de septiembre de 2013
Los ganadores de la Bienal de Bratislava!!
Winners Biennial of Illustrations Bratislava 2013
GRAND PRIX
Ms. EVELYNE LAUBE, NINA WEHRLE, SWITZERLAND THE GREAT FLOOD
BIB GOLDEN APPLEMs. RONG YU, CHINA BIRD IN THE CLOUDMr. NOBUHIKO HAIJIMA, JAPAN CAN YOU HEAR THAT SOUND?Mr. CHIKI KIKUCHI, JAPAN WHITE CAT, BLACK CATMs. IN-KYUNG NOH, SOUTH KOREA MR. TUTTI AND 100 WATER DROPSMs. IRMA BASTIDA HERRERA, MEXICO READING, COMPLIMENT AND PRAISE THE BOOK´S READING PLEASURE
BIB PLAQUEMs. STELLA DREIS, GERMANY GRIMM´S TALESMs. RENATE HABINGER, AUSTRIA THERE ARE LIONS
SLEEP NOW LITTLE CAMELMs. DANIELA OLEJNÍKOVÁ, SLOVAKIA IN WATERMELON SUGAR
THIRTEENMs. ÁNGELA CABRERA MOLINA, SPAIN HAMELINMs. IRAIA OKINA, SPAIN THE MOON WAS WOKEN UP
HONORARY MENTION FOR INNOVATIONFAKULTA UMĚNÍ UNIVERZITY JANA EVANGELISTY PURKYNĚ, CZECH REPUBLIC Mr. MARTIN RAUDENSKÝ: DARMO MLUVIT
HONORARY MENTION FOR TO THE PUBLISHER
MARIA CHRISTANIA, INDONESIA Ms. MARIA CHRISTANIA: JERRY GIRAFFRE AND THE GIANT BUTTER COOKIE
QUILOMBO, CHILE COSMOGONÍASAMANUENSE, COSTARICAMr. JAIME GAMBOA, Mr. WEN HSU CHEN: EL CUENTO FANTASMATHE PRIZE OF CHILDREN JURY
Mr. GI-HUN LEE, SOUTH KOREA THE TIN BEAR
THE AWARD OF THE MAYOROF THE CAPITAL CITY BRATISLAVA
PETER UCHNÁR
Illustration of the results BIB 2013
miércoles, 3 de julio de 2013
Maurice Sendak
Confesiones de Maurice Sendak
Lo que sé
Por Maurice Sendak
Tomado de Radar, Página 12, Argentina
Yo no escribo para chicos. Yo escribo. Y alguien más dice: “Esto es para chicos”.
Nunca me propuse hacer felices a los niños. O mejorarles la vida, o hacérselas más fácil. No me gustan mucho, así como no me gustan mucho los adultos. Bueno, para ser sincero debería decir que me gustan un poco más los chicos que los adultos, porque los adultos no me gustan para nada.
Firmar ejemplares es horrible, estúpido, no significa nada. Y a mí ni siquiera me sirve para seducir a las madres bonitas de los niños lectores, porque soy gay.
El estado de la literatura infantil actual es abismal. Catastrófico. Una de las razones para que así sea es que hay demasiados libros para chicos.
Somos animales, violentos, criminales. No somos tan diferentes de los simios, esas hermosas criaturas. Y se supone que debemos ser civilizados, ir a trabajar todos los días, ser amables con nuestros amigos, enviar tarjetas de Navidad, todas esas cosas que nos perturban profundamente porque están en contra de lo que haríamos naturalmente.
Elegí un género muy modesto, la literatura infantil, y me escondí en este género para poder expresarme plenamente en él. Lo elegí por timidez y estiré sus límites todo lo posible.
No escribí Donde viven los monstruos por dinero. En los años 1950, los libros para chicos eran el último peldaño del mundo literario. No creo que Madonna hubiese escrito un libro para chicos en los 1950.
Nací en 1928. Y lo que más recuerdo de mi infancia es el secuestro del bebé Lindbergh. Cuando sucedió yo tenía tres años y medio y me acuerdo de todo. Recuerdo la voz de su madre en la radio, pidiéndoles a los secuestradores que usaran Vick para el catarro del bebé. Yo tenía miedo de que me secuestraran y tenía miedo de morir. Era un chico enfermizo y mis padres no eran discretos emocionalmente: siempre creían que iba a morirme y lloraban cuando tenía fiebre. Supe que era mortal desde muy joven. Con el bebé Lindbergh hice un asociación muy rara. Pensé que este bebé no podía morir porque era rubio y rico, vivía en una mansión, su madre era la princesa del universo y su padre un capitán. No podía soportar que ese chico muriera. Mi propia vida dependía de que él fuera rescatado, porque si ese chico se moría, yo no tenía ninguna oportunidad: yo era pobre, feo, hijo de inmigrantes. Y cuando el bebé fue hallado muerto, algo fundamental murió dentro de mí. O, quizás, algo nació: mis historias, estas sombras que están en la vida de los chicos que no son felices ni tienen con quién hablar.
Los chicos tienen que saber que hay cosas malas. También tienen que saber que hay gente a su alrededor que los ama y los va a proteger, pero que no pueden detener las cosas malas.
Los chicos son valientes porque son inocentes. Tienen la enorme inocencia de no saber que el mundo puede ser un lugar tan malvado.
No nos podemos deshacer del mal. No podemos, lo siento internamente. Y hay tanta estupidez en el mundo que no queda coraje. Estoy perdiendo la esperanza. Y no quiero que eso me pase. Vivo cada día. Estoy bastante bien. Trabajo. Duermo. Canto. Camino. Pero estoy perdiendo la esperanza.
Estoy obsesionado con la muerte. Me parece una aventura. Peter Pan lo dijo. Curioso que lo cite, porque no me gusta J. M. Barrie. Detesto cómo ha sentimentalizado a los chicos, cómo los ha hecho bonitos y encantadores. Pero si uno mira el corazón de Peter Pan, es un chico obsesionado con la muerte, con miedo de vivir. Si uno le saca las estupideces de Hook y la musiquita, es una historia muy extraña.
Cuando iba a preescolar y tenía seis años, estaba jugando con mi amigo Lloyd en un callejón entre edificios de departamentos en Brooklyn. Eran los lugares más seguros para jugar. Jugábamos a la pelota. En un momento la tiré muy alto y él trató de alcanzarla pero no pudo y la pelota se fue a la calle. Y él hizo lo que siempre nos decían que no hiciéramos, correr del callejón a la calle: era peligroso porque los autos no podían verte salir de ahí. No me acuerdo del auto, pero me acuerdo de Lloyd volando. Cuando cayó, ya estaba muerto. Murió en el instante en que fue atropellado. Y, desde entonces, noto que en mis historias muchos de los personajes niños vuelan.
No sé cómo controlar mis demonios. Cuando me pongo muy ansioso leo a Mellvile, William Blake y Emily Dickinson. Cuando los leo, siento que la vida tiene un propósito. Lo mismo me sucede cuando escucho a Mozart. Es en lo único en que creo, en lo que tengo fe: en el arte. Mellvile es, para mí, un dios.
Siempre me sorprendió mi éxito y no soy un cínico. Dejar un legado es reconfortante. Pero no entiendo cuando la gente me dice “Cómo podés estar deprimido, Maurice, si tus libros van a vivir para siempre”. Bueno, pero yo no voy a vivir para siempre. A quién le importa la vida de los libros. Lo que me importa es mi vida, desde este momento hasta el de mi muerte. Si voy a poder trabajar y ser independiente.
Ser joven fue horrible. Una pérdida de tiempo. Fui muy infeliz. Cuando la gente me pregunta a qué edad querría volver, les digo sinceramente que a los 68 o 69.
La mayoría de mis libros están relacionados con el Holocausto. No de una manera obvia, pero el tema está siempre ahí. Toda mi vida es el Holocausto. Mis padres vinieron de Europa por casualidad, a buscar trabajo, mucho antes de que existiera el nazismo; conocían, claro, el antisemitismo, pero estaban acostumbrados. Es un milagro que yo haya nacido en Estados Unidos y que sobreviviera.
La niñez es una etapa. En Donde viven los monstruos o El Mago de Oz se habla de eso: de no ser un chico para siempre y de reconocer que la infancia es un momento de la vida. Un libro infantil no debe tratar de convencer a los chicos de que son chicos. Hay cosas que no saben y el punto es compartir lo que uno sí sabe con ellos, como adulto.
La gente me pregunta por qué no hago Donde viven los monstruos. Parte 2. Los mando a la mierda. Qué idea terrible. Yo no soy una puta.
Me criaron para que sintiera culpa. Cuando no quería cenar porque mi madre era una cocinera horrible, ella me gritaba: “¡Piensa en tu primo que no puede comer porque murió en un campo de concentración y antes, además, lo habían casi matado de hambre!”. Yo odiaba a todos esos niños muertos en el Holocausto.
Si hubiera tenido un hogar feliz, no hubiese sido un artista. Mis padres vivieron vidas desesperadas; mi hermano y yo fuimos crueles con ellos. Especialmente con mi madre. Pero no entendíamos. Éramos chicos. No sabíamos que ella estaba loca.
Mi pareja, Eugene, y yo nunca pensamos en adoptar. Yo soy demasiado disfuncional. Siempre supe que le arruinaría la cabeza a una criatura.
Estoy totalmente loco, lo sé. No lo digo para hacerme el interesante: sé que por eso mi trabajo es bueno, porque viene de un lugar de locura. Jamás pequé de falsa modestia.
lunes, 22 de octubre de 2012
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